EL PENSAMIENTO POLITICO Y SOCIAL DE GEORGES SOREL

22 abril, 2022 | Miguel Alegrete | Categorías: Análisis Político, Espacio joven | 0 comentarios
Miguel Alegrete

Biografía

Georges Sorel nació en 1847 en Francia. Fue ingeniero de puentes y calzadas hasta los 40 años. Ahí comienza su aventura autodidacta en materia filosófica. Tras descubrir a Proudhon se adentra de lleno en el socialismo, donde conocerá la obra de Karl Marx. A partir de 1897 y los primeros años del siglo XX se alejará del marxismo “ortodoxo”, oponiéndose al socialismo oficial de Karl Kautsky y simpatizando con el revisionismo de Eduard Bernstein. Entre 1903 y 1908 publica sus obras más destacadas, siendo la más famosa Reflexiones sobre la violencia. Es aquí donde se adentra el sindicalismo revolucionario y crea la famosa “teoría de los mitos”. Entre 1908 y la Primera Guerra mundial simpatizaba con pensadores conservadores y nacionalistas franceses e italianos, momento en el que se acerca a la Action francaise y al Cercle Proudhon. Posteriormente elogiará tanto a Lenin como a Mussolini. Fallece en 1922.

Contexto histórico y revisión del marxismo

Al morir Engels hubo una lucha interna entre los comunistas de la época (Eduard Bernstein, revisionista y Karl Kautsky, continuista) por ver quién era el sucesor de Marx. Este debía interpretar el marxismo de acuerdo a las circunstancias históricas del momento. Así, Bernstein defendía el marxismo unido al sistema parlamentario democrático y liberal, frente a Kautsky, representante del marxismo oficial. 

A estos se sumó Georges Sorel, también revisionista, que rechazaba algunos principios básicos del marxismo como el elemento dialéctico hegeliano, la economía marxista y el cientificismo de Marx, pero abrazaba otros como la lucha de clases y el proletariado como sujeto de acción y transformación de sus circunstancias de vida. Lo cierto es que Sorel reinterpreta libremente a Marx, ya que pensaba que sus lecturas habían sido desvirtuadas por sus seguidores. Su intención es “despojar la obra de Marx de todos los elementos utópicos e idealistas que tiene, preservando su núcleo esencial, la postulación de la lucha de clases como inherente al funcionamiento del conjunto social y su corolario, el papel revolucionario del proletariado.”  

Sorel, ¿conservador revolucionario o precursor del fascismo?

Algunos han definido a Sorel como marxista revisionista, otros como anarquista, conservador revolucionario (Julien Freund o Alain de Benoist) o protofascista (Zeev Strenhell). Lo cierto es que es uno de esos pensadores inclasificables (como Nietzsche). No está muy claro lo que fue, si bien es cierto que se definió como un marxista heterodoxo en un momento de su vida. Más adelante dijo que no era ni socialista, ni anarquista ni nada, solo era un sindicalista (véase el famoso caso Dreyfus, el cual apoyó Sorel). 

La definición que mejor se adapta a su pensamiento, a mi juicio, es la de “conservador revolucionario”: conservador porque odiaba la sociedad industrial y quería volver a la época preindustrial y revolucionario porque quería derrocar dicha sociedad e instaurar el socialismo. 

Admiró a Napoleón, a Mussolini y a Lenin. Pero fue Mussolini quien alabo a Sorel, en su búsqueda de un pensador que diese base ideológica al fascismo. Lenin, sin embargo, lo ignoró y no lo reconoció hasta sus últimos días. A pesar de su continuo rechazo a los intelectuales utópicos, recibió con buenos ojos la llegada de la revolución rusa. Al mismo tiempo, vio con buenos ojos la apropiación que los fascistas hacían de su nombre. 

Siguiendo a Strenhell, el revisionismo revolucionario de Sorel consta de dos etapas para llegar al fascismo. En un primer momento, tras transformar completamente el marxismo se construye una ideología revolucionaria. Después se pone la nación en el lugar del proletariado. 

A su muerte tanto la Italia de Mussolini como la URSS de Lenin quisieron hacerle un monumento.

Moral y visión del ser humano

El hombre es ante todo un creador. Ante todo busca la autorrealización, la cual encuentra trabajando de forma activa, en aquella actividad espontanea y libre, con aquellos que son cercanos a él. La autorrealización es más importante que la felicidad, la paz o la seguridad, que no son más que míseras traiciones frente  el verdadero fin de la vida humana: “hacer algo digno de quien lo hace, esforzarse por ser y hacer algo, y respetar tal esfuerzo de otros”1 .  Su visión del homo faber dista de a visión del hombre de Marx como homo economicus. Cabe destacar la influencia de pensadores románticos alemanes como Herder y Fichte, educados en el severo pietismo luterano, que idolatra el trabajo duro y la dignidad de trabajar. 

Siguiendo a Marx, las opiniones no unen a los hombres. Lo que realmente los une es el trabajo en grupo, la creación común, resistir de forma conjunta frente a las presiones.

Para Sorel la sociedad estaba en un estado de decadencia debido a los valores predominantemente burgueses, era necesaria una revolución que trajese una nueva generación de hombres con nuevos valores. El hombre se hace libre cuando busca autorrealizarse. La autorrealización va de la mano del progreso. 

No creía en la igualdad, pues el estado natural del hombre es el de desigualdad. Tampoco se preocupaba por la pobreza o la miseria por los mismos motivos (esto le aleja claramente de los pensadores de izquierdas). 

Critica a la democracia

Para Sorel la democracia en un sistema político fraudulento, donde un grupo de políticos se aprovechan de su situación de poder a costa del proletariado, que pierde el interés por la revolución a medida que van viendo alguna mejora puntual. Los obreros se van aburguesando y acaban aceptando la democracia parlamentaria. Sorel Desconfía tanto de la democracia parlamentaria como de la democracia socialista, la cual es incluso peor, ya que promete la igualdad y acaba trayendo la servidumbre.

La democracia es la causa de la decadencia que sufre la sociedad, en la cual los valores aristocráticos han desparecido y solo queda la mediocre moral burguesa. Solo cabe abandonar el temor y la codicia y sustituirlos por nuevos valores heroicos, que no se dejen guiar por los intelectuales de turno (clara influencia nietzscheana).

Rechazo del cientifismo

Sorel no rechazo la ciencia en sí, ni tampoco los avances que venían de la mano del capitalismo. Lo que rechazó fue la pretensión cientifista de aplicar la ciencia  a los problemas metafísicos y morales del ser humano (esto es lo que más le reprocha a Marx). En su ensayo sobre Sorel, Isaiah Berlin señala que “ver el progreso técnico como idéntico a progreso cultural, o incluso como garantía del mismo, es ceguera moral”

Al respecto, dice Julien Freund: “a diferencia de muchas mentes de su época, no veía en la ciencia la actividad determinante que regeneraría a la humanidad, ya que permitiría resolver todos los problemas, tanto los de la paz como los de la justicia o la libertad, o incluso de la felicidad.” Además rechazo el modernismo, el cual pretendía “explicar la razón a través de la ciencia”, y el intelectualismo, debido a la clara influencia de Bergson. Preguntaba Sorel -acordándose del gobierno de los intelectuales dirigido por el filósofo rey de Platón- “¿se puede concebir algo más horrible que un gobierno de profesores?”

El mito revolucionario

Sorel se pregunta cómo movilizar al pueblo para acabar con el capitalismo. La respuesta es construyendo un mito. Los mitos sirven para guiar la acción del pueblo, para que este crea en algo y se movilice. No tratan de estabilizar. Transforman las emociones y guían a las personas. No miran al pasado, sino a lo eterno, y aspiran a lo sublime. No son utopías, ya que una utopía “es el producto de la labor intelectual; es una labor de teóricos que, después de observar y discutir los hechos, buscan construir un modelo en relación con el cual medir las sociedades existentes… es una construcción que puede desarmarse”4 Ejemplos de mitos abundan en la antigua Grecia, hasta que llegaron los sofistas y acabaron con ellos; lo mismo ocurrió en la antigua Roma, o en Francia en 1792 con los ejércitos revolucionarios. La única forma de lograrlo es mediante el uso de la violencia.

Sorel rechaza la utopía igualitaria, que solo crea obreros blandos que a la mínima mejora de sus condiciones de vida se acomodan. La democracia es la culpable de esto. Además, la utopía no genera el heroísmo necesario para llevar a cabo una revolución. 

Violencia y fuerza

La fuerza es la coacción ejercida por parte del estado, que tiene el monopolio legítimo de la violencia (como señaló Max Weber), para mantener en una situación de inferioridad y vulnerabilidad a las masas obreras. Esta debe servir para liberar al pueblo del yugo estatal; Sorel teme que la revolución marxista desemboqué en un sistema dominado por una élite opresora como ocurrió en la Unión Soviética. Una élite que olvide la idea de justicia y la sustituya por la idea de venganza. 5 La violencia, sin embargo, es ese elemento que utiliza el pueblo para defenderse del poder estatal, es la única forma que tiene el proletariado para liberarse de la opresión en la que vive. Al respecto dice Isaiah Berlin que “la fuerza reprime; la violencia, dirigida contra ella, libera”. 

Cabe destacar que Sorel fue muy crítico con el terrorismo y el resentimiento jacobinos, que nada tienen que ver con la violencia que él defiende. Esta crítica es impensable en cualquier marxista – Engels, Lenin o Kautsky-. Estas situaciones se dan cuando el intelectual trata de diseñar una sociedad perfecta mediante ingeniería social, olvidando la naturaleza humana por completo, y optando por el campo de concentración o gulag al ver frustrado su proyecto totalitario (utopías que nacen con Platón y continúan con Tomás Moro, Francis Bacon, Rousseau, los socialistas utópicos, Marx, etc.).

Como señala Freund “la violencia que preconiza es la de la audacia del soldado, capaz de sacrificarse al servicio de la colectividad y de su transformación ética”. 

Bibliografia consultada

Sorel, G. (2016). Reflexiones sobre la violencia. Alianza Editorial.

– Berlin, I (1992). Contra la corriente. FCE.

Georges Sorel: el mito revolucionario. (2018). UrKultur. Disponible en http://calameo.download/000127172f5997f72cf19

Julien Freund, & Alain De Benoist. (2016). El enigma Georges Sorel ¿revisión del marxismo o prefascismo? Ediciones Fides.

– Sorel, G. (2014). La descomposición del marxismo. Ediciones Godot.

Díaz Guerra, M. (1974). El sindicalismo en Georges Sorel. Disponible en https://eprints.ucm.es/id/eprint/54525/1/5328588906.pdf