Tanto para los que ya habéis leído el ensayo como para los que todavía no habéis tenido ocasión, os sugerimos un orden de los textos diferente y una serie de cuestiones importantes para que las podamos comentar en la sesión.
En primer lugar os sugerimos empezar por el final, el ensayo “Ser conservador”, no porque sea el mejor, sino porque es el más fácil y claro. En él encontramos la definición del conservadurismo, no como un programa, sino como una actitud. DE este ensayo aquí no indicamos más aunque podremos comentar muchas cosas el sábado.
En segundo lugar recomendamos “La educación política”. Aquí es importante distinguir claramente entre la actividad empírica (p.128 y ss) y la ideológica (p.130 y ss). Una es una praxis sin ideas, y la otra ideas sin experiencia. Ninguna de las dos es deseable. Os recomendamos que prestéis atención al capítulo 4 (p.142 y ss), donde explica que la actividad política es “la exploración de esa simpatía” por lo que permite los acuerdos dentro de una comunidad política. Pero si tenéis poco tiempo, o lo habéis leído hace ya días, consideramos imprescindible que os detengáis en el capítulo 5 de este ensayo (p.149 y ss), es extraordinario.
En tercer lugar el que puede que sea el más importante de los tres ensayos: “El racionalismo en la política”. Distingue entre el conocimiento técnico y el práctico (p.43), y en el ensayo argumenta que la política es eminentemente práctica y que cayó en desgracia cuando se convirtió en “política de libro”. Seguro que aclara mucho la nota a pie de página número 7 (p.46) y el ejemplo de la cocina.
Es interesante la crítica que hace a Hayek, tanto por su valor de ejemplo como por su importancia histórica (p.64).
Y en cuarto y último lugar el hasta ahora desconocido en España “La torre de Babel”. En este ensayo es importante el valor de la costumbre como modo de aprendizaje, la moral como hábito y no como ideal. La política se ha convertido en la búsqueda de ideales, lo cual ha arruinado nuestra política al impedir que esta consista en la domesticación del mundo que compartimos. La cultura política permite que los ámbitos de comportamiento moral sean reconocidos como algo familiar y amable, y eso nos ayuda a dirigir nuestras acciones de modo racional.